jueves, 15 de marzo de 2007

Historia de la Sexualidad (Visión Andina y Amazónica de lo Sexual)

La sexualidad andina se expresa aún hoy en rituales y en la permisividad de sus fiestas calendarias.
En carnavales y asociado con la bebida, las conductas de sexualidad fuera del matrimonio son aceptadas socialmente y se encuentran ritualizadas; los diablillos alientan el desenfreno y triunfan, momentáneamente, las fuerzas subterráneas.
Sin embargo, la aventura no es aceptable con personas extrañas a la comunidad, ya que se asocian con infertilidad, atentando contra el ideal de la endogamia que sólo se supera cuando una alianza matrimonial exógama enriquece a la comunidad. Tampoco se acepta el incesto.
Para reforzar los temores frente a la exogamia se tienen creencias y relatos de las nefastas consecuencias de que un joven o una joven se unan a monstruos, bestias y demonios con apariencia de extranjeros.
En la cosmovisión andina los términos de "runa" y "warmi", que definen a hombre y mujer, sólo se aplican a personas del mismo medio social, ya que los de fuera no tienen actividad sexual socialmente reconocida. Se llama "yana" a la pareja, hombre o mujer, que es lo oscuro que complementa al yo, lo claro, ambas partes sometidas una al otro inequitativamente, definiéndose una al otro en un tenso equilibrio.
El pensamiento andino sexualiza al mundo y todo lo ve en términos de complementación de los sexos: los dioses, la naturaleza. Hasta la Virgen es vista como esposa de Jesucristo y los santos tienen pareja.
En esta visión tan abiertamente sexualizada de la realidad, llama la atención que se diferencie entre sexualidad desmedida y moderada: los humanos tendrían sexualidad moderada; los seres de mundos inferiores, diablos y diablesas, tendrían sexualidad desmedida.
Mitos recogidos por misioneros cristianos ilustran la conceptualización del mundo en poblaciones nativas amazónicas. Por ejemplo, los mitos amazónicos Cashinaguas explican cómo el origen del sexo asociando el sexo femenino con una llaga que un hombre joven descubrió cómo curar: teniendo relaciones sexuales como los monos, aunque muriera con el pene partido luego de hacer una demostración pública con todas las mujeres de la comunidad. Otros mitos explican el olor rancio del sexo femenino por una pareja en la que la mujer era casada, que quiso que no descubrieran que habían tenido relaciones y quisieron disimular el olor frutal y floral de la vagina con una papaya rancia; de ahí que se perciba un olor característico luego de tener sexo.
Otro mito más explica que la vergüenza, la violencia y todos los males tienen su origen en que en vez de tener relaciones sexuales sin vergüenza y públicamente, como hacían los antepasados y los animales, el pudor apareció cuando una mujer, como Eva, tentó a un hombre con la fruta de la shapaja que nadie comía, pero luego se avergonzó y tuvieron sexo a escondidas, generando un empeoramiento del clima, guerras y toda suerte de enfermedades y males.
Otra leyenda selvática relata que unos Aguarunas que se creían perdidos y que iban a morir, se animaban unos a otros a hablar de "cosas vergonzosas", y hablaban de cómo era "la abertura amplia y el clítoris bien grande" de sus mujeres, lo que los hacía felices. Todos "contaron sin vergüenza" sobre sus mujeres, pero luego encontraron el regreso a casa y como todos sabían cómo eran las mujeres de los demás, se engañaban mutuamente. Así, engañándose, no podían convivir y esa es la razón por la cual los aguarunas de separaron y viven diseminados por la Selva.
Otro mito Aguaruna explica las relaciones rápidas y ocultas de los humanos porque los hombres se habrían cambiado los penes con los perros para evitar ser muerto por ser encontrado copulando con una mujer casada. Antes “el pene se les pegaba, como los perros”, teniendo relaciones de larga duración y a la vista de todos; ahora ya podían esconderse.
Otro ejemplo muestra las creencias sobre la fecundidad en el Amazonas. Según un mito Aruaco de los Machiguengas, la Luna era masculino y vivía en la Tierra, casada con una bella joven. Al igual que en el mito persa del ángel que echa tierra al ovario de la mujer para fecundarla, en este mito la Luna echó tierra al vientre de su esposa que se bañaba en el río, con la misma finalidad, pero ella se molestó y le tiró barro, por lo que la Luna la mató aunque revivió al hijo en su vientre, se comió la mitad de la mujer muerta, en vez de todo el cuerpo, como era el ritual, y las manchas de la luna son esos restos que no comió y el hijo, al crecer, se volvió el Sol.
Otro mito Aguaruna relata cómo la esposa glotona del dios Luna quiso seguirlo al cielo por un hilo y debido a su embarazo y la carga de todas las cosas pesadas del hogar, lo hacía lentamente, por lo que el marido la descubrió y cortó el hilo, haciéndola caer a la tierra, reventando la barriga con toda la comida que tenía adentro que el dios convirtió en barro y, desde esta maldición, la mujer hace ollas de barro y cocina.
Otros mitos amazónicos, Huambisas, Jíbaros y Aguarunas, narran que los principales dioses del sol y la luna son ambos masculinos, nacidos como huevos del vientre de una mujer vieja que un antropófago mató, y estos dioses tenían el poder sobre sus mujeres. Por celos entre estos dioses masculinos se habría terminado la poliandria y se prohibió estar con la esposa de otro (no el esposo de otra), pudiendo los maridos celosos matar a su mujer de solo asaltarles la duda, siendo siempre la mujer asociada con el diablo por infiel.
Aún hoy la violencia contra la mujer en la Selva rural se asocia, básicamente, a temas de infidelidad por ambas partes.Tanto en las narraciones andinas como en las selváticas prevalece una analogía del falo con la serpiente, culebra o gusano, a los que se les atribuye un poder fertilizante, viril y vivificador, y se les teme porque pueden violar y agredir.
Siempre es una mujer joven y hermosa que se encuentra con una culebra disfrazada y un joven extranjero le propone ser amantes y ella accede, escondiéndolo en un hueco bajo el moledor de maíz, alimentándolo de día y siendo amantes en la noche, a escondidas, hasta que sale embarazada y los padres matan a la culebra, abortando ella culebritas o sapitos (símbolo del sexo desordenado y prohibido) y casándose luego con alguien del pueblo. En versiones más modernas más que una serpiente es un amante en forma de falo.
Un mito Aguaruna habla de gusanos que se introducían en el cuerpo de la mujer y la embarazaban, hasta que la madre tapó "el numpijí" de la mujer, para que ésta tenga relaciones sexuales sólo con hombres.
Otra versión, Capanahua, alude a que la madre descubre que su hija casada se sentaba sobre un moledor, debajo del cual escondía un gusano, y movía las caderas y decía "una hormiga me está picando"; la madre mató al gusano pero la hija tuvo un hijo de éste.
La joven que muele maíz, símbolo de fertilidad, lo disfruta, porque lo hace sentada directamente sobre el piso, con el sexo rozándolo, “como no debe hacerse”. Del hueco sale una lombriz y la penetra, lo que le ocasiona placer; el placer es secreto y ella alimenta al gusano hasta que se embaraza y da a luz un animal o un bebé-gusano. En unas versiones los padres matan al gusano, en otras, no lo encuentran. En otras versiones no se embaraza, sólo que los padres la descubren disfrutando el placer de moler maíz.
En narraciones más prevalecientes en la Selva que en el Ande, el marido descuida a la mujer, simbolizado en que no es buen cazador, y la mujer sola es seducida por un felino que le promete abundante caza. Se va con el puma, jaguar o tigre, quien la satisface oralmente, hasta que se harta de convivir con él y comer carne cruda y vuelve a la comunidad que la ayuda a matar al tigre y comérselo. Si han tenido hijos, se comen a los hijos.
En la versión andina se trata de un hombre sodomizado por un puma, gozando de la relación bestial. Este relato puede remontarse a un huaco pre hispánico Mochica. Hay otro huaco de esa cultura con una mujer en coito con un puma, en una postura de cuatro patas que no es usual de las representaciones en los ceramios de conductas sexuales humanas.
Igualmente, hay otro huaco de la misma procedencia de un hombre cuyos genitales están siendo devorados por una serpiente. En estos amores con animales, cuando se trata de una mujer el animal procura amores bestiales, la mujer se bestializa; cuando es hombre, lo devora parcial o totalmente, perdiendo su identidad; otra constante es que la mujer quiere algo sagrado o mágico; el hombre, algo profano.
Otros relatos andinos y amazónicos muestran la creencia de que existen espíritus y monstruos codiciosos del sexo humano, que violarán a la mujer o seducirán hasta enfermar y disolver al hombre (chupándole la energía vital, disolviéndole los huesos que se supone se forman del semen). Así, el enano dela cascada viola a las jóvenes; la laguna con forma de doncella seduce al joven tragándoselo en su vagina.
En la pareja andina las primeras relaciones con el otro sexo se darían de manera espontánea, furtiva, apasionada; se recurre a la analogía con las llamas, que los indígenas creen están en perpetuo celo. Si bien esta pasión "salvaje" tiene visos de prohibida, la sociedad sólo se opone formalmente, ya que hay una aceptación de fondo a los amores juveniles fugaces.
Para la pareja institucionalizada, por el contrario, se espera una sexualidad domesticada, mesurada. Este no sería el caso de las personas de la Selva, quienes no esperan que la pasión se apacigüe, pero los ritos selváticos también muestran un rechazo a la pasión enceguecedora y la presión social para preservar un orden a través de los ritos ceremoniales de los raptos y las guerras ocasionadas por los amores furtivos.
En un mito, un cazador se enamora de su presa y la prefiere a las mujeres, llegando a transformarse en un animal, y, dependiendo de la versión, puede volver a ser humano y reintegrarse a la sociedad o no.
En cuanto a los mitos del incesto, que incluye a primos, ahijados y compadres, depende del grado del incesto que haya mayor o menor tolerancia, pero las reacciones no pasan de murmullos y aislamiento social, pero la comunidad piensa que se ha perturbado el orden cósmico y asociará el evento con cualquier desgracia natural o accidente.
La cabeza voladora es la forma que se le asigna al monstruo del incesto, es la cabeza de la persona incestuosa que, descabezada pero viva, duerme en brazos de su amante. También puede convertirse en llama de dos cabezas o en mula que escupe fuego (la Runamula de los selváticos es la pareja infiel).
El infiel que muere es un "condenado" que no puede terminar de morir porque amó a quien no debía (o era avaro, muy apegado a las cosas) y vaga por la tierra asustando a los humanos.
Lo sexualmente prohibido es asociado con suciedad: la cabeza voladora invita a comer deyecciones o escupe saliva inmunda. El incesto es visto como sucio, como algo que bestializa, que desintegra, que mata en vida, así como algo que afecta el orden social y natural.
Un mito de Huarochirí, que fuera importante provincia andina en cuyas tierras bajas los españoles fundaran Lima, se refiere al nacimiento de Pariacaca, dios Montaña que reemplaza al Sol, se vincula al adulterio de la mujer de un gran adivino y dios. Este mito habla del adulterio de la mujer, que dio de comer a un hombre un grano de maíz tostando que saltó a su vagina y cayó dentro de su sexo, y de serpientes y un sapo que viven bajo un moledor de maíz y destruyen el orden de la casa y enferman al esposo.
En sociedades tradicionales el mundo es dominado por hombres, sea el Inca, el español o el presidente, sea el chamán, el médico tradicional o el cura, sean los dioses del Incario o el Dios del Catolicismo.
El chamán o curandero amazónico, por ejemplo, media entre el mundo de los dioses y espíritus y el de los hombres y, como el mítico Inca o el curandero andino, tiene una luz interior y una aureola que derivan del poder creador, seminal, del dios Sol.
Al chamán se le percibe como un falo que penetra el mundo sobrenatural, el mundo de los espíritus que es visto como un útero, por lo que el chamán tiene poder fertilizante, de dador de vida o de muerte. Puede transformarse en jaguar y atacar a las mujeres y devorar hombres.
Sus instrumentos, como su vara sonajera y un cilindro de cuarzo llamado "pene del Sol" y relleno del psicotrópico rapé que, se cree fue la eyaculación del dios Sol cuando su hija, prendada incestuosamente de él, le acarició los rayos masturbatoriamente, son vistos como fálicos y le son dados por el mensajero del Sol, el trueno, bajo la forma de un jaguar.
El chamán usa el rapé y la ayahuasca para nutrir su poder. La ayahuasca otro psicotrópico, se cree tuvo su origen en el embarazo de la primera mujer que habitó la tierra, embarazada por la mirada del Padre Sol, dueño de la ayahuasca y del poder sexual. Cuando nació el hijo todos se disputaban la paternidad y despedazaron al niño; de cada pedazo nació una variedad de la ayahuasca.
Otro mito nuevamente revela los símbolos fálicos, el del Sol viajando por el río e introduciendo su vara sonajera en sitios propicios, de donde nacen los grupos humanos, relacionado con el mito de Manco Capac y Mama Occllo, su hermana, hijos del Sol que fundaron Cuzco, capital del Imperio Incaico donde se hundió su vara, tienen los mismos componentes de incesto y poder fálico.
El Inca, hijo delSol y portador de un cetro de oro cubierto de figuras de maíces, símbolo de fertilidad seminal, intermediaba entre los mundos, era permitido el incesto, tenía una vinculación con el dios Jaguar. Curiosamente, la tradición egipcia antigua también atribuía la creación a la masturbación del dios Sol, Aton-Ra, cuyo pene divino creó los ríos que acunaron a las civilizaciones.
Hay distintas culturas paganas que consideraban el semen un ofrecimiento a los dioses.
(Fuente: Erotismo, Placer y Sociedad. Un paseo por la historia: Ayer y hoy por María Raguz, es Doctora en Psicología Social, Especialidad de Género (Holanda). Maestría enEEUU en Psicología Educacional. Profesora principal de la Pontificia Universidad Católica delPerú. Integra varios rosters internacionales de consultores y expertos en género, derechos ysalud sexual y reproductiva, en particular, adolescente y juvenil. Dirige la ONG REDESS Jóvenes).

(Imagen 1: Cuadro "El Amanecer", 2004 de Andrés Cotrina Chavez - ver otros cuadros del artista)
(Imagen 2: Cuadro "Amazonía", 2004 de Joge Paco Monteagudo - ver otros cuadros del artista)

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